No me siento sola, dentro de este gran mundo vacío, aun te
miro a mi lado, te llevo conmigo, y aunque esta distancia hace cada vez
más profunda, como la obscuridad dentro de un poblado bosque sin luna,
sin estrellas, aun oigo tu respiración a mi lado, cerca de mi corazón.
Eres la otra parte de mi alma, mi sangre, mi amor, y aunque no
te pido que te quedes, no te quiero perder, es una revolución de olas
en el mar las cuales te alejan y traen, playa cuya brisa es tan fuerte
que te golpea en el rostro dejándote marcas en la piel, que más tarde
con el sol desaparecen.
Tu recuerdo me acompaña, más que un fantasma, parece un gran
tatuaje de aguja fina de una figura mística, rara, hermosa, que viaja
conmigo en el tiempo, en mi edad. Me haces recordar a una feliz niña,
cuando siento tu abrazo, dándome seguridad, y cumpliendo mis más
anhelados sueños, mismos que sólo son estar a tu lado.
Mi destino es incierto, con dotes de seguridad que trazo día a
día, camino por el cual tropiezo y levanto despojos de mi corazón, pero
cuando volteo a ambos lados de esta brecha estás tú, empujándome y
esperándome, confiando y creyendo en mí, en mi espíritu y danzando con
él, si tú no estuvieras en este camino, no habría luz, sólo habría
revueltas y un pueblo fantasma…
Gracias por estar a mi lado, aunque estés a una infinita
distancia, te siento conmigo, siempre estarás conmigo. Por eso mi mundo
de soledad no está tan sólo porque aunque tú ni sepas, estás aquí
tomando mi mano, haciéndonos una sola persona, como un anillo ajustado
en mi dedo, como un apretado conejo en la luna.
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